¿Destruye trabajo la Inteligencia Artificial?
Continuamente escuchamos que la Inteligencia Artificial, la robótica y la automatización son tecnologías que están reemplazando a las personas en sus puestos de trabajo en más y más campos, pero ¿existe un miedo real a creer que dichos avances generarán una destrucción de empleo? Hoy os traemos una visión global de la mano del profesor de economía Sergio Fuertes Gago.
Autor: Según el Foro Económico Mundial (estudio publicado en 2016) se predecía que la industria 4.0 destruiría un total de 5 millones de empleo en los próximos cinco años. Este estudio basado en análisis de la continua expansión de la automatización abarcaba tanto los ámbitos de las fábricas, las oficias, las administraciones, el transporte y otras áreas en las que cada vez son más frecuentes la introducción de ordenadores, máquinas y robots. La Inteligencia artificial no es una excepción, al ser tachada de “destructora de empleo” debido a su continua expansión. ¿Existen motivos para creer que es así?
Sergio Fuertes: Tal como afirmas, las perspectivas auguran la desaparición de 5 millones de empleos, pero si vamos un paso más allá, vemos que los empleos que pueden desaparecer son aquellos que se realizan de una forma repetitiva y rutinaria, ya que esa carga de trabajo pasaría a ser completamente autónoma. Pero al mismo tiempo, lo que debemos es de darnos cuenta, que nos encontramos ante una oportunidad de desarrollar en tareas de un alto nivel y responsabilidad, de lo que se ha realizado hasta el momento.
En primer lugar, porque el desarrollo de estas nuevas tecnologías, llevan consigo nuevas funciones, para las que se necesitarán trabajadores que las lleven a cabo. De hecho, según el Foro Económico Mundial podría crear 133 millones de puestos de trabajo.
Por tanto, debemos dejar de ver este proceso como una amenaza y trabajarlo como una oportunidad.
Autor: Desde una perspectiva ideal, esta oportunidad presentaría una gran ventaja para la sociedad, ya que en dichas actividades se consigue incluso un trabajo más rápido y eficiente. Parecería que podríamos acercarnos a un futuro en el que los trabajos están realizados por máquinas y las personas podrían dedicarse a usar su tiempo en sus prioridades. Por otro lado, la economía disfrutará de un aumento de productividad y de rentabilidad.
Este paradisíaco futuro está, sin embargo, contradicho por la situación actual en la que en los países desarrollados siguen existiendo jornadas laborales de 40 horas semanales o más. La explicación de que, a pesar del siempre constante aumento de productividad en la economía, no se consiga una reducción de trabajo en la sociedad en consonancia se explica por la presión competitiva del mercado.
Esa competitividad mueve a las empresas a luchar por un hueco en el mercado mediante presentación de productos al mejor precio a costa de la reducción de costes de producción. Con el objetivo de que nuestras ventas no se reduzcan por el avance de la competencia, continuamos buscando reducir nuestros costes para presentar mejores precios. Esta bola de nieve que sigue creciendo, requiere a su vez que exista un mayor consumo y en países en los que no se incrementa la población, se requiere que cada ciudadano aumente su consumo. Para incitar al consumo, se desarrollan estrategias de marketing que convenzan al usuario a consumir más y de esta manera el sistema puede continuar creciendo. Aparentemente no hay manera de salir de esta espiral de crecimiento/consumo. ¿A qué se debe la permanencia de esta forma de actuar en sociedad?
Sergio Fuertes: Desde el S. XVIII ADAM SMITH había identificado la división del trabajo y la especialización como elementos fundamentales para la riqueza de los países. ¿Cómo lo explicaba? Lo hizo a través de su sencillo ejemplo de la fábrica de alfileres, donde demostró cómo una persona sola trabajando durante un día apenas haría un alfiler, pero que, si se dividía este proceso en diferentes tareas, llevadas a cabo cada una por una persona concreta, se podrían hacer miles. Con lo que aumentaba la productividad.
Esta idea ha seguido navegando a lo largo de la historia y a través de ellas se ha llegado al surgimiento de las diferentes revoluciones, hasta en la que en la actualidad nos encontramos inmersos, la Revolución 4.0.
Históricamente las ideas de los clásicos como Smith han sido criticadas, y unos de los primeros en hacerlo fue KARL MARX, diciendo que alienaba a los trabajadores y los explotaba, acabando con un “ejército de parados” que, además, no sabrían hacer nada más. Marx creía, por tanto, que el propio funcionamiento del sistema capitalista lo acabaría por destruir.
Paradójicamente, la historia ha demostrado cómo este sistema ha sido capaz de superar todas sus crisis y que gracias al mismo los países han incrementado su bienestar. Pero aún con todo, actualmente sigue la preocupación por el desempleo que el desarrollo de estas nuevas tecnologías pueda desarrollar.
Autor: Parece que se debería abandonar este comportamiento, pero las soluciones propuestas no parecen factibles. Aunque la productividad aumenta continuamente, no lo hace así las condiciones laborales de los trabajadores, cabe pues preguntarse, ¿dónde recaen esos beneficios? La mayor parte van dedicados a inversiones que permitan el próximo aumento de productividad y a beneficios de los propios socios del negocio, lo cual lleva a una concentración de la riqueza.
Lo que no se ha conseguido en nuestra sociedad es una equitativa distribución de los beneficios. En esta cuestión se debaten los políticos y económicos. El sistema capitalista está llevando a una distribución desigual de la riqueza en el mundo y los expertos tienen que continuar en búsqueda de una solución que evite dichos excesos. ¿Qué opciones tenemos ante esta problemática?
Sergio Fuertes: Es cierto que el capitalismo tiene fallos, de hecho, esta es la razón por la que se justifica la intervención del Estado en la economía. Uno de estos fallos es la distribución desigual de la renta. Por ejemplo, en España el 1% de la población posee el 25% de la riqueza nacional, algo que demuestra claramente este problema en nuestro país. Para tratar de solucionar este fallo, los Estados imponen impuestos a aquellas personas que tienen rentas más altas para destinarlas hacia aquellas más necesitadas.
Pero también es cierto que los países que tienen un sistema económico con una mayor intervención, y, por tanto, una menor libertad económica, como Corea del Norte o Cuba han tenido un crecimiento inferior al de aquellos que disfrutan de una mayor libertad como Singapur.
Desde mi punto de vista, se debe hacer frente a estos fallos del mercado, pero sin perder de vista los incentivos a las empresas para que les permitan crecer y desarrollarse.
Autor: ¿Hacia dónde debemos apuntar para convertir la amenaza de la pérdida de empleo en la oportunidad que mencionabas? ¿en qué medida debería de intervenir el Estado?
Sergio Fuertes: Es obvio, y más desde mi posición de docente, que el comienzo se encuentra en la escuela. Para ello es imprescindible la aplicación de un verdadero aprendizaje competencial que permita al alumnado, no solo saber conceptos desde un punto de vista teórico, sino al mismo tiempo, saber hacer y saber ser.
Se trata de pensar a largo plazo, buscando incrementar el capital humano de los trabajadores y trabajadoras, para así desencadenar la cadena de innovaciones y mejora de la eficiencia, que nos llevará a un incremento de la productividad. Si a este proceso, le añadimos el aporte de la tecnología, ¿dónde estaría el límite?
Pero el cambio no solo se encontraría en la escuela, ya que el problema va más allá. En el caso español debemos modificar nuestro modelo económico. Una economía en la que más del 60% del PIB corresponde al consumo y solo un 20% a FBKF, demuestra que no tenemos perspectivas largoplacistas, haciendo que dependamos continuamente de terceros actores, por lo que, desde un punto de vista macroeconómico, sitúa de una manera casi perpetua en cifras negativas nuestra balanza comercial, es decir, año tras año, importamos más de lo que exportamos, lo que demuestra la dependencia del exterior, lo que nos lleva a que en momentos de crisis como el actual, seamos uno de los países más afectados. Este suceso no es casual de la coyuntura actual, también lo pudimos comprobar durante la crisis de 2008.
Por tanto, desde mi punto de vista, es necesario un incremento de la inversión en educación y de las inversiones en capital, que permitan disponer de las mejores herramientas para la mejora de la eficiencia y trabajadores lo suficientemente preparados para poder utilizarlas. El reciclaje continuo se ha demostrado como algo necesario y en la sociedad de la información en la que hoy nos encontramos, el formarse está al alcance de (casi) cualquiera.